Las "Cuentas del Gran Capitán" en un impreso del Real Museo Militar de Artillería (Madrid, siglo XIX)

 


“Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino”.

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Nuestra biblioteca particular se honra con el original de un impreso, que datamos en el primer tercio del siglo XIX, titulado "CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN”; tiene una marca de sello de caucho del Real Museo Militar de Artillería.


Original de un impreso titulado "CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN” (siglo XIX);  31 x 19 cm, tres marcas de dobleces horizontales, puntas tocadas, rasgados en extremos de las líneas de las dobleces, manchas tenues. Marca de sello del Real Museo Militar de Artillería.

Es el testimonio más antiguo que conocemos del legendario Descargo que termina con la partida “Cien millones por mi paciencia en escuchar, ayer, que el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un Reino”.

No es descartable que fuese impreso en el Real Museo Militar (1803 – 1816), y posteriormente estampillado en el Real Museo de Artillería (1816 -).

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CUENTAS DEL  GRAN CAPITÁN

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CARGO

Por los libros que produjeron resultaba Gonzalo alcanzado en grandísimas sumas; más él trató aquella demanda con alto desprecio, y se propuso dar lección severa, así a los Tesoreros como al Rey, de la manera con de debían tratar y considerar a un conquistador de reinos.

Respondió con suma indiferencia y serenidad, que al día siguiente vendría preparado y presentaría él sus cuentas, por las cuales se vería cuál era el alcanzado si él ó el Fisco, que le reclamaba ciento treinta mil ducados remitidos por primera partida, ochenta mil pesos por la segunda, tres millones de escudos por la tercera, once millones de escudos de cuarta, tres millones de escudos de quinta y así por este estilo seguía relatando el grave, gangoso y cortado Secretario que autorizaba un acto tan importante y serio.

DESCARGO

Efectivamente, el gran Gonzalo cumplió su palabra, y al presentarse en la segunda audiencia , sacó el voluminoso libro en que llevaba apuntados sus descargos, que principió á leer en alta y sonora voz, para que pudiese tomar razón, del siguiente modo

Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las Armas Españolas.

Cien millones en picos, palas y azadones.

Cien mil ducados en pólvora y balas.

Diez mil ducados en guantes perfumados para preservar á las tropas del mal olor de los cadáveres de los enemigos tendidos en el campo de batalla.

Ciento setenta mil ducados en poner y renovar campanas destruidas con el uso contínuo de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo.

Cincuenta mil ducados en aguardiente para las tropas un día de combate.

Millón y medio de ídem para mantener prisioneros y heridos.

Un millón en misas de gracias y Te-Deum al Todo-poderoso.

Tres millones en sufragios para los muertos.

Setecientos mil cuatrocientos noventa y cuatro ducados en espías y…………

Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino.

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LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN, SEGÚN LOPE DE VEGA, s. XVII (Síntesis)

LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN, SEGÚN JOSÉ DE CAÑIZARES, s. XVIII (Síntesis)

LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN, SEGÚN EL REAL MUSEO DE ARTILLERÍA, s. XIX

(Síntesis)

Comedia: “Las Cuentas del gran Capitán”, de Lope de Vega (1562-1635).

 

Selección de texto del Acto III para esta entrada. 

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA: Diego García de Paredes, el Sansón extremeño; Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán; Fernando II de Aragón, El Católico; y dos Contadores.

Comedia “Las Cuentas del gran Capitán”, de Joseph de Cañizares (1676-1750).

Selección de texto del Acto III para esta entrada. 

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA: Diego García de Paredes, el Sansón extremeño; Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán; Fernando II de Aragón, El Católico; Ascanio Colona; y, Don Fabricio.

 

Hoja impresa del Real Museo Militar de Artillería, en un página, con un CARGO y un DESCARGO, y pertinentes y breves explicaciones.

CAPITÁN. Memoria de lo que tengo gastado en estas conquistas, que me cuestan sangre y sueño, y algunas canas también.

Primeramente se dieron a espías ciento y sesenta mil ducados.

Más cuarenta mil ducados de misas. A efeto de que sin Dios no puede haber buen suceso.

 

Más ochenta mil ducados de pólvora.

Más veinte mil y quinientos y sesenta y tres ducados, y cuatro reales y medio, que pagué a portes de cartas. Y en correos, que llevaban cada día a España infinitos pliegos.

Más de doce mil fueron a Granada y a otras partes; y aún era tan recio el tiempo, que se morían más postas que tienen las cuentas ceros.

 

 

Más de dar a sacristanes que las campanas tañeron por las vitorias que Dios fue servido concedernos, seis mil ducados y treinta y seis reales. Que fueron infinitas las vitorias, y andaban siempre tañendo.      

Más de limosnas a pobres soldados, curar enfermos, y llevarlos a caballo, treinta mil y cuatrocientos y cuarenta y seis escudos.

GONZALO. Memoria de lo gastado en conquistas, que me cuestan sangre, vigilias y sustos.

 

Dos millones en espías. Y es suma pequeña: por falta de espías suelen perderse grandes empresas: era menester pagarlas, para que después volvieran, que no dan las victorias, le van abriendo las sendas.

De pólvora y balas cien mil ducados. Sabed, que aprovechamos las mesmas, que nos tiró el enemigo; tantas y tan grandes eran, que si no, gastasen tantas, que no tiene el Rey hacienda para pagarlas.

En guantes de ambar diez mil ducados. Pues después de una refriega, en que veinte o siete mil muertos en el Campo quedan, y encima de ellos nosotros, para evitar que nos diera una peste el mal olor, fue justa providencia darles guantes, y que ya no coman, que no olieran.

Ciento y setenta mil ducados en aderezos de campanas. Si cada día una victoria celebran del Rey, se dieron tal prisa los Sacristanes á hacerlas pedazos, que fue preciso renovar á las Iglesias las antiguas, y aun hacer para el caso algunas nuevas.

Para emborrachar a las Tropas el día de la pelea, medio millón de aguardiente. Prevención cuerda: ¿pues cómo quería usted, que la cara descubierta fueran á beber la muerte, porque un hombre se lo ordena, hombres comunes (que al noble es su honra el que le lleva) sino es estando borrachos que en su juicio no lo hicieran?

La cura de los heridos prisioneros de una guerra tan larga, millón y medio, y otros dos, porque nos diera Dios buena fortuna, en Misa, que sin Dios nada se acierta: tres millones en sufragios. Pues el que queda muerto, no basta que haya pasado con las miserias de Soldado, un Purgatorio en vida que es tan molesta.

Cien mil cuentos [millones]. De paciencia de que aguantar á que el Rey mande, que cuentas dé quien se precia tan desinteresado, que ha vendido sus preseas, su plata y su patrimonio, por sustentarle sin quejas sus Tropas, á quien no ha dado pagas, premios ni asistencias, y él sabe.

 

DESCARGO.

Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las Armas Españolas.

Cien millones en picos, palas y azadones.

 

 

Cien mil ducados en pólvora y balas.

 

 

 

 

Diez mil ducados en guantes perfumados para preservar á las tropas del mal olor de los cadáveres de los enemigos tendidos en el campo de batalla.

 

 

 

 

Ciento setenta mil ducados en poner y renovar campanas destruidas con el uso contínuo de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo.

 

 

Cincuenta mil ducados en aguardiente para las tropas un día de combate.

 

 

 

 

 

 

 Millón y medio de ídem para mantener prisioneros y heridos.

Un millón en misas de gracias y Te-Deum al Todo-poderoso.

Tres millones en sufragios para los muertos.

 

Setecientos mil cuatrocientos noventa y cuatro ducados en espías y…………

Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino.


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