Rescatamos este chascarrillo militar, tomado del Coronel de Infantería D. Luis Esquiroz Medina, montañero y escritor, fallecido en 2018, y en homenaje al mismo.
En cierta
ocasión salió destinado a un Regimiento un Coronel llamado D. Festículo
Fernández Franco; y si ya conocía nombres polémicos en el Ejército como
Guadalupe, Rosario o Margarita, éste traía posibilidades más conflictivas, y
unos días antes de tomar posesión del mando de la Unidad, se presentó en ella
para hacer la salvedad y advertir al Comandante Ayudante de que lo tuviera muy
en cuenta para que su nombre saliera en el artículo de la orden de entrega del
mando, sin ninguna deformación, aclarando que el tal San Festículo, con efe eh,
con efe, era un centurión romano de la Legión Tebana, de aquellos que siendo
cristianos y negándose a renegar de su religión no quisieron hacer tributos ni
sacrificios a los dioses paganos, por lo que fueron condenados a muerte sumergiéndolos
en un lago helado.
Hecha esta aclaración
el Coronel desapareció de escena hasta el día de la toma de posesión, y una vez
terminado y despedido el General de la Brigada que lo presidió, nuestro buen
Coronel reunió en su despacho al Ayudante, Mayor y Jefes de los Batallones para
que quedara bien claro y que para ello se dieran las teóricas pertinentes que
su nombre y apellidos eran los de Festículo Fernández Franco, con efe eh, con efe,
y después de las palabras de ofrecimiento y de un pequeño bosquejo de cuál iba
a ser su trayectoria, los despidió del despacho.
Despacho que en
toda la semana siguiente no abandonó, dedicándose a tomar tierra y a enterarse
plenamente de las plantillas, organización, nombre y destinos de Jefes, Oficiales
y Suboficiales, servicios de Plaza que hacía el Regimiento, Destacamentos que
cubría y periodicidad de los mismos, en resumen, enterándose a conciencia de
cómo funcionaba la Unidad y al mismo tiempo dando el ídem, para que se
impartieran las teóricas ordenadas sobre su nombre y apellidos.
El puertas que los vio llegar dio la voz fuerte y clara para evitar dudas: -¡Cuadra! ¡El Coronel!-
Mientras tanto,
los mulos encadenados por argollas del exterior, guardaban un respetuoso silencio
mientras orientaban las orejas en busca de los sonidos y dilataban los ollares
rítmicamente. Todas las cabezas estaban altas, la voz de firmes la conocían
perfectamente, ninguno pifiaba ni escarbaba con el casco, dando manotazos
contra el empedrado, hasta las moscas parecía que estaban firmes para recibir
al nuevo Coronel.
La voz del
Coronel de oyó de nuevo: -¡Cabo ¿tú sabes quién soy yo?- -Sí, mi Coronel.-
-Bueno… si no, déjalo.
A ver tú, muchacho-, y señaló con el índice al clásico acemilero. Sin duda buen
muchacho, trabajador, pero con pocas luces, que en el fondo de la Cuadra y
lejos del tumulto con su escoba y su cigarro pegado en la comisura del labio,
esperaba pasar desapercibido. Nuestro hombre al sentirse aludido se cuadró y si
como de un fusil se tratara, le saludó con la escoba. Las caras de los
acompañantes del Coronel cambiaron de expresión en previsión de lo que pudiera
venir.
-¿Tú sabes quién
soy yo?- – Sí, mi Coronel, el coronel del Regimiento-.
-¿Y tú sabes
como me llamo?- -Sí, mi Coronel, sí, Usía es…, con efe, mi Coronel, con efe, el
Ilustrísimo Señor don Fojones Fernández Franco-.