https://elcorralillodelosveteranos.blogspot.com/

Las naciones no mejoran variando su forma de Gobierno, sino cambiando el modo de ser de sus ciudadanos. Apréndalo y téngalo presente quien lo ignore en España.

Los españoles pedimos perdón a AMLO, y recibimos el reiterado agradecimiento de los tlaxcaltecas

 

"Pedimos perdón por disfrutar con un mole poblano y un pozole taxqueño, aunque después provisto sólo con un estómago español debamos pasar por la enfermería. Pero no pedimos perdón por el desastre en que sumieron a sus países los criollos triunfantes en las independencias, al romper todo el sistema comercial y administrativo virreinal, para convertirse en cacicatos de millones de kilómetros cuadrados" 

 La extemporánea petición del entonces presidente de México, López Obrador, al rey de España y al papa Francisco para que se disculparan por los abusos cometidos por los españoles durante la conquista de México mereció esta espléndida respuesta del escritor, arabista, y académico de la Historia D. Serafín Fanjul, que apareció en la Tercera del Diario ABC.  

PEDIMOS PERDÓN

Por D. Serafín Fanjul García.

Publicado en el Diario ABC, el 29/03/2019 

No parece un buen argumento si no damos otro para rechazar las recurrentes y pesadísimas acusaciones sobre la Conquista y etc. conformarnos con aludir a la progenie de conquistadores y pobladores del XVI y XVII, los actuales hispanoamericanos. Es escapista e incurre en una contradicción: si no asumimos lo malo, tampoco podremos reivindicar lo bueno como nuestro. Y hubo muchísimo, en un análisis global. Así pues, asumiendo "el relato de agravios", como gusta decir el nieto del santanderino, si se trata de hechos históricos probados, no de calentones bucales de demagogos, queremos ofrecer una botanita al presidente mexicano, en vez de propinarle una cachilada, como apetece a todo padre cuando un hijo consentido le suelta una impertinencia. Por consiguiente, aceptemos que la nuestra es una responsabilidad más moral que genética, como continuadores de la nación llamada España.

Pedimos perdón porque en 1536 Fr. Juan de Zumárraga fundara en México el Colegio para señores naturales, pagado por el virrey Mendoza. Se conoció la institución como Colegio Imperial de Sta. Cruz de Tlatelolco. En él se desempeñaron Fr. Bernardino de Sahagún y Fr. Andrés de Olmos y fue imitado en Tepozotlán, Puebla, Guadalajara, Valladolid (Morelia), Texcoco… Zumárraga estableció, también en 1536, la primera imprenta del continente, en un edificio que todavía subsiste, cerca del Zócalo.

Igualmente, pedimos perdón porque la Universidad de México se fundara en 1551 bajo el Patronato Real y siguiendo el modelo de Salamanca y Alcalá, con estudios de Filosofía, Artes, Teología, Derecho, Medicina; y por haber introducido Fr. Cervantes de Salazar catedrático de Retórica en México y autor de México en 1554, Crónica de la Nueva España y  Túmulo imperial de la gran ciudad de México - el pensamiento de Luis Vives.

Y pedimos perdón por el muy granado intento de Vasco de Quiroga, obispo de Michoacán, para implantar la Utopía de Tomás Moro. Aun perviven como los olivos multicentenarios que plantara en Tzin-Tzun-Tzan los pueblos por él fundados para acoger y promocionar a los indios: ¡Ese maravilloso retablo en la iglesia de Tupátaro, siglo XVIII, artesonado indígena, placita con soportales ocre y blanco! Y pedimos perdón porque el desarrollo de la ganadería, la agricultura y la minería favorecieron el auge de clases urbanas que, junto con el clero y la burocracia virreinal, promovieron las grandes obras y construcciones. Y ahí están, pese al deterioro, México, Morelia, Puebla, Pátzcuaro, Zacatecas, Guanajuato, Querétaro, San Miguel Allende, Veracruz y que superan a Toledo, Madrid o Sevilla. En el siglo XVII, la Ciudad de México, como gran polo económico que era, albergaba más habitantes que París, Londres o Roma. Y en México se hallan las cuatro obras cimeras del barroco: el Sagrario de la Catedral metropolitana, el Colegio de los Jesuitas de Tepozotlán, el convento de Santa Rosa en Querétaro y la iglesia parroquial de Sta. Prisca en Taxco.

Y pedimos perdón por la mayor obra de etnografía y arqueología de nuestro siglo XVI, en tres idiomas (latín, español y náhuatl), la Historia Universal de las cosas de Nueva España de Fr. Bernardino de Sahagún; y por el gran erudito mexicano Carlos Sigüenza y Góngora; por Sor Juana Inés de la Cruz; por Juan Ruiz de Alarcón, de Taxco; por el libro-poema de Bernardo de Valbuena Grandeza mexicana (1604), donde establece el "Relato" del arte, las letras y la prosperidad de la urbe, visible, por ejemplo, en la Casa de Comedias de D. Francisco León (desde 1597) en la que actuaban tres compañías; y por el Mercurio Volante (1693), primer periódico de Hispanoamérica,(en 1737 le seguiría "La Gaceta de México"); y por la Escuela de Minería de México (1792), donde se desempeñaron Fausto de Elhúyar, descubridor del tungsteno y Andrés del Río del vanadio. Y no hay espacio para "relatar" la admiración que el país causó a Humboldt por aquellas fechas.

Y pedimos perdón porque la población del virreinato de Nueva España (casi seis millones), en 1776, duplicaba a la de las colonias inglesas de Norteamérica y su desarrollo económico, técnico y cultural las superaba en todos los terrenos. Saquen las conclusiones de este pasado que no quieren recordar y cuidadosamente ocultan. De lo contrario, habría que responsabilizarse de lo sucedido desde 1821, sin colgar culpas a lejanos conquistadores. Verbigracia, en lugar de llorar por enésima vez por Cholula, llamar por su nombre al general Jesús González Ortega, buen liberal, que en 1857 saqueó la catedral de Zacatecas, o a quien entregó, en la misma ciudad (1862) el convento de San Agustín a los presbiterianos, que lo arrasaron.

Pedimos perdón por haber instituido el náhuatl y el otomí como linguas francas para la evangelización, lo que agrandó su papel y rango y su extensión por tierras que antes les eran ajenas. También por haber tenido un rey (Felipe II) que, contraviniendo las llamadas de oidores y virreyes para imponer en exclusiva el castellano, se inclinó por el parecer de los frailes (muy interesados en controlar el contacto con los indígenas) y favoreció el misionado sólo en idiomas locales (Cédula de 1565 a los obispos de Nueva España), hasta llegar a mandar: "No parece conveniente apremiarlos a que dejen su lengua natal […] no proveer los curatos sino a quien sepa la de los indios" (1596). Y así se siguió hasta fines del XVIII cuando a la vista de los notables problemas que presentaba el plurilingüismo (sólo en la diócesis de Oaxaca había dieciséis lenguas aborígenes) los obispos mexicanos Fabián y Fuero, de Puebla, Alvarez Abreu de Oaxaca y Lorenzana de México obtuvieron la Real Cédula de Aranjuez (mayo de 1770).

Pedimos perdón por haber sido los principales actores en el conocimiento global del planeta, facilitando la interrelación entre sus partes, con el Descubrimiento del Nuevo Mundo y con la primera circunnavegación del Globo y estableciendo la comunicación entre los diversos imperios y naciones de América que, con anterioridad, se hallaban incomunicados.

Y, finalmente, pedimos perdón por disfrutar con un mole poblano, un pozole taxqueño, unos chilaquiles y un chilpachole de jaiba, aunque después - provisto sólo con un estómago español - debamos pasar por la enfermería.

Pero no pedimos perdón por el desastre en que sumieron a sus países los criollos triunfantes en las independencias, al romper todo el sistema comercial y administrativo virreinal, para convertirse en cacicatos de millones de kilómetros cuadrados. Y basta por hoy de perdones.


OTROSÍ

En 1580 la Cofradía de la Santísima Resurrección de Zamora publicó su carta de Organización en la que describía los requisitos para formar parte de la misma: "ser español".

¿Y qué se entendía en aquel entonces por ser español?

"Pertenecer a la Corona de Castilla, a la de Aragón, al Reino de Portugal, a las islas de Mallorca, Menorca, Cerdeña e islas y tierra firme de entrambas Indias sin ninguna distinción de edad, ni de sexo ni de estado."

OTROSÍ

Que se disculpen los tlaxcaltecas 

El 27 de septiembre de 2024, D. Federico Jiménez Losantos publicó en el diario EL MUNDO el siguiente artículo, motivado por un comunicado emitido por la futura presidenta de México en el que explica por qué no se invitó a Felipe VI a su toma de posesión. 


“Mejor que el Rey no brinde por la dictadura mejicana de López Obrador con Putin, Petro, Díaz-Canel y Maduro, narcotraficantes y genocidas que son los invitados de honor de la presidenta Sheinbaum

No es descartable que para celebrar a lo azteca el evento perpetraran sacrificios humanos, y el Rey es manjar muy apetecible para cualquier caníbal. 

La Scheinbaum, pijísima comunista puesta por Obrador, tuvo la ideíca de que fuera la Princesa de Asturias en vez de su padre, por si repetían estos falsos indios y la verdadera princesa las abdicaciones de Bayona. Sólo faltaba. 

El grotesco argumento de estos narcotiranos para no invitar al Rey es que no pidió disculpas por la Conquista, o sea, por la creación de México, hijo del virreinato de la Nueva España y no de tribu alguna. 

La pijísima lituana habrá leído el famoso cuento de Carlos Fuentes La culpa es de los tlaxcaltecas, aliados de Cortés en la conquista de Tenochtitlán. 

Pues que pidan perdón los tlaxcaltecas. 

Y los totonacas, los olmecas, el rey de Tabasco que regaló entre diez esclavas a Malintzin o Malinche, doña Marina cuando fue libre, y el príncipe de Texoco, que, a cambio del trono, ayudó a construir el largo canal donde con trece bergantines desmontables, llevados a hombros a través de las montañas, Cortés se presentó ante la capital azteca con miles de aliados de todas las tribus y la conquistó. 

Decía Octavio Paz que mientras los mexicanos no reconocieran a su padre, Hernán Cortés, su país viviría en la impostura

Eso es el indigenismo: una sarta de mentiras de la élite criolla para presentarse como víctima en nombre de unos indios a los que desprecia. En casi todas las batallas de las guerras de independencia, los indios lucharon con la Corona española. Conocían a sus «libertadores». 

Cuando tras 70 años el PRI dio paso a la alternancia en el poder, en el México de Calderón pareció posible el Estado de Derecho. Las relaciones con España eran excelentes. Se reconocía su obra, desde el idioma a las universidades, las ciudades, los hospitales, el fin del canibalismo y de la esclavitud, que abolió para los negros, porque los indios nunca fueron esclavos, la Constitución de Cádiz de 1812, de los «españoles de ambos mundos», también mejicanos. 

Dos siglos después, Obrador ofrece al Chapo Guzmán «abrazos y no balazos» y los narcos elegirán a los jueces. No culpen a Hernán Cortés.” 


***