El Museo de Artillería, "Las Cuentas del Gran Capitán", y don Modesto Lafuente

 

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Reinando Fernando VII, D. Manuel José Quintana (1772 - 1857) publicó en sus “Vidas de españoles célebres” un libro muy celebrado durante el siglo XIX, y que casi dos siglos después aún se sigue leyendo: “Vida del Gran Capitán” (1804).



Conocemos un impreso titulado “LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN”, con marca de un sello del Real Museo Militar de Artillería. No descartamos que ese impreso lo fuese del Real Museo Militar (1803 – 1827), y que posteriormente se estampillase el sello en el Real Museo de Militar de Artillería (1827 – 1932).

Es el testimonio más antiguo que conocemos del legendario Descargo que termina con la partida “Cien millones por mi paciencia en escuchar, ayer, que el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un Reino”.


Reinando Isabel II, el Museo de Artillería se trasladó del Palacio de Buenavista (1827 – 1841)  al Salón de Reinos del Palacio del Real Sitio del Buen Retiro (1841 – 1932).


En su nueva sede, continuando como Director el Coronel Gil de Palacio, y ante el gran incremento de fondos, se publica el primer catálogo del Museo Militar de Artillería (1843); y en 1856 un segundo catálogo de los objetos que contiene el Real Museo Militar a cargo del Cuerpo de Artillería.

Ambos catálogos dan noticia de que está a la vista del público un cuadro con las célebres cuentas del Gran Capitán Gonzalo de Córdova, expuesto donde están los efectos de guerra del ejército del pretendiente don Carlos María Isidro de Borbón, tras la Primera Guerra Carlista (1833 – 1840).



Museo Militar de Artillería de Madrid: breve relación de los efectos que contiene (1843). “Objeto 264 - Cuadro con las cuentas del Gran Capitán.”

Catálogo de los objetos que contiene el Real Museo Militar a cargo del Cuerpo de Artillería (1856). “Objeto 1559 – Otros que contienen copia de las célebres cuentas del Gran Capitán Gonzalo de Córdova.”

 Reinando Isabel II, D. Modesto Lafuente y Zamalloa (1806 - 1866), que fue miembro de la Real Academia de la Historia, publicó su trascendental “HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA” (1850–1867).

 

De ella nos interesa su  “Parte Segunda Edad Media, Libro IV Los Reyes Católicos, Capítulo XXIII El Rey Católico y el Gran Capitán, Segunda regencia de Fernando, De 1506 a 1507, editada en 1852, inspirada en la biografía antes citada del Sr. Quintana y en las Crónicas del Gran Capitán del siglo XV.

Don Manuel José Quintana.

Libro, Vidas de Españoles Célebres: EL GRAN CAPITÁN (1804)

Don Modesto Lafuente.

HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA (1851)

“(…) Esto no bastó sin embargo para que los tesoreros no prosiguiesen , en odio de Gonzalo y por adular al genio del Rey, las pesquisas fiscales con que ya anteriormente le habían amenazado . Quisieron tomarle residencia del empleo que había hecho de las sumas remitidas para los gastos de la guerra , y Fernando tuvo la miserable condescendencia de permitírselo , y aun de asistir a la conferencia. Ellos produjeron sus libros , por los cuales Gonzalo resultaba alcanzado en grandes cantidades; pero él trató aquella demanda con desprecio , y se propuso dar una lección , así a ellos como al Rey, de la manera como debía tratarse un conquistador . Respondió pues que al día siguiente él presentaría sus cuentas , y por ellas se vería quien era el alcanzado , si él o el fisco . Con efecto presentó un libro,  y empezó a leer las partidas que en él había sentado: Doscientos mil setecientos y treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las armas del Rey. – Setecientos mil cuatrocientos noventa y cuatro ducados en espías. - Iba leyendo por este estilo otras partidas tan extravagantes y abultadas , que los circunstantes soltaron la risa , los tesoreros se confundieron, y Fernando avergonzado rompió la sesión, mandando que no se volviese á tratar más del asunto . Parece que se lee un cuento hecho a placer para tachar la ingratitud y avaricia del Rey; pero los historiadores de aquel tiempo lo aseguran,  la tradición lo ha conservado, se ha solemnizado en el teatro,  y las cuentas del Gran Capitán han pasado en proverbio. El Rey Católico no era ciertamente avaro, pues que a su muerte no se encontró en sus cofres con que enterrarle; pero su economía y su parsimonia tocaban a las veces, como en esta , en nimiedad y en bajeza. (…)”.

Hubo no obstante quien le hiciera una acusación, con la que se creyó indisponerle gravemente con el rey. Uno de los cargos que se hacían al Gran Capitán era que con su prodigalidad y magnificencia había derrochado los caudales públicos. Refiérese con este motivo, y está generalmente recibida por tradición la anécdota siguiente. Solicitaron algunos que se le tomasen las cuentas de las sumas invertidas en los gastos de la guerra. El rey tuvo la debilidad de condescender a que se presentasen los libros. Por ellos resultaba realmente alcanzado Gonzalo en muy considerables cantidades. Pero él, sin turbarse por eso, expuso que al día siguiente presentaría las suyas, y se vería quien alcanzaba, si el fisco o él. En efecto, al siguiente día presentó un libro, en que comenzó a leer partidas por el orden y de la especie siguiente: doscientos mil setecientos y treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las armas del rey.–Setecientos mil quatrocientos noventa y quatro ducados en espías. Seguían a estas otras no menos abultadas y extravagantes, de modo que asombrándose unos, riéndose otros, confundidos los tesoreros y denunciadores y avergonzado el rey, hizo éste suspender la lectura, y mandó que no se volviese a hablar del asunto. Gonzalo se había propuesto con este artificio dar una lección al rey y a sus acusadores de cómo debía ser tratado un conquistador. Las cuentas del Gran Capitán han pasado a ser un proverbio en España {7}.

Pero D. Modesto Lafuente, cuando termina la parrafada con su “Las cuentas del Gran Capitán han pasado a ser un proverbio en España ” inserta una nota al pie de página que nos interesa, pues cita al libro del Sr. Quintana, atribuyéndole (duende las imprentas por medio) a él que “En el Museo nacional de artillería de esta corte hay un impreso titulado ‘Cuentas del Gran Capitán’. En la parte que se llamaba de descargo se hallan anotadas las partidas siguientes: (…)”.

Es razonable suponer que se refiere al cuadro con copia de las célebres cuentas relacionado en el catálogo de 1843 del Museo de Artillería.


Comparemos las partidas de Cargo y Descargo para apreciar el plagio en las versiones que conocemos de las legendarias CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN desde principios del siglo XIX a mediados del siglo XX. 

Las tres tienen las mismas partidas de Descargo;  varía cómo se expone el Cargo, y en la sátira las dos más recientes discrepan de en dónde están las cuentas originales: 

“Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino.”

Impreso en el Real Museo Militar de Artillería (s. XIX)

Don Modesto Lafuente.

HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA (1851)

Manuscrito en el Museo del Ejército (s.XX)

CARGO

Por los libros que produjeron resultaba Gonzalo alcanzado en grandísimas sumas; más él trató aquella demanda con alto desprecio, y se propuso dar lección severa, así a los Tesoreros como al Rey, de la manera con de debían tratar y considerar a un conquistador de reinos.

Respondió con suma indiferencia y serenidad, que al día siguiente vendría preparado y presentaría él sus cuentas, por las cuales se vería cuál era el alcanzado si él ó el Fisco, que le reclamaba ciento treinta mil ducados remitidos por primera partida, ochenta mil pesos por la segunda, tres millones de escudos por la tercera, once millones de escudos de cuarta, tres millones de escudos de quinta y así por este estilo seguía relatando el grave, gangoso y cortado Secretario que autorizaba un acto tan importante y serio.

DESCARGO

Efectivamente, el gran Gonzalo cumplió su palabra, y al presentarse en la segunda audiencia , sacó el voluminoso libro en que llevaba apuntados sus descargos, que principió á leer en alta y sonora voz, para que pudiese tomar razón, del siguiente modo

 

{7}. Quintana, Vida del Gran Capitán.

 

En el Museo nacional de artillería de esta corte hay un impreso titulado Cuentas del Gran Capitán.

En la parte que se llamaba de descargo se hallan anotadas las partidas siguientes:

“Cada paso del Gran Capitán, Don Gonzalo de Córdoba, fue un ataque y cada ataque, una victoria; su túmulo en el convento de los Gerónimos de Granada fue adornado con doscientas banderas y dos pendones por él ganadas.-

El odio de sus émulos, y particularmente de los tesoreros que el Rey Fernando tenía en el Reino de Nápoles en 1506, para adularle, indujéronle, celosos, para que residenciase a Gonzalo, sobre el empleo de las grandes sumas remitidas desde España para los gastos de la guerra en Italia; el Rey tuvo la flaqueza de consentirlo y aún de asistir a la conferencia.

CARGO

Por los libros que produjeron, resultaba Gonzalo en grandísimas sumas alcanzado; más él trató la demanda con alto desprecio y se propuso dar severa lección, tanto al Rey como a sus tesoreros, del trato y consideración debidos a un conquistador de Reinos.-

Con indiferencia y serenidad, respondió que al día siguiente y presentaría sus cuentas, por las cuales se vería si el alcanzado era él o el Fisco que le reclamaba.~

Ciento treinta mil ducados remitidos por primera partida.~

Ochenta mil pesos por la segunda.~

Tres millones de escudos por la tercera.

Once millones de escudos de cuarta.~

Trece millones de escudos de quinta.~~…

Y así el grave, gangoso, y cortado secretario, seguía relatando cargos por este estilo, dentro de un acto imponente y serio.

El Gran Capitán cumplió su palabra, y en la segunda audiencia sacó un voluminoso libro de sus descargos que principió a leer con alta y sonora voz, del siguiente modo:

DESCARGO

Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las Armas Españolas.

Cien millones en picos, palas y azadones.

Cien mil ducados en pólvora y balas.

Diez mil ducados en guantes perfumados para preservar á las tropas del mal olor de los cadáveres de los enemigos tendidos en el campo de batalla.

Ciento setenta mil ducados en poner y renovar campanas destruidas con el uso continuo de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo.

Cincuenta mil ducados en aguardiente para las tropas un día de combate.

 Millón y medio de ídem para mantener prisioneros y heridos.

Un millón en misas de gracias y Te-Deum al Todo-poderoso.

Tres millones en sufragios para los muertos.

Setecientos mil cuatrocientos noventa y cuatro ducados en espías y…………

Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino.

 

»Estas, pues, añade el citado impreso del Museo, son las célebres cuentas extractadas del Gran Capitán, que originales obran en poder del conde Altimira.»

Estas son, pues, extractadas, las célebres cuentas del Gran Capitán, que, originales, se conservan en un histórico y voluminoso expediente en el Archivo de Simancas.”

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Et Vale.