Por Melitón González
Revista semanal BLANCO Y NEGRO, MADRID, 10-02-1894 página 16
Señores jefes y oficiales:
Habiéndome sido conferido el mando de este Regimiento por su Majestad la Reina (que Dios guarde), he de manifestarles que yo he de ser siempre, téngalo entendido, siempre, el jefe del Regimiento. A todas horas del día y de la noche lo mismo de militar que de paisano; tanto en el cuartel como en la calle, en el café, o el teatro, siempre el Coronel, y nada más que el Coronel.
Y no olviden un instante que vengo dispuesto a no tolerar ni la falta más insignificante, ni el descuido u olvido más imperceptible.
¡Ay de aquél en quien yo llegue a observar complacencias con los inferiores!
¡Ay de aquél que me llegue a infundir la más pequeña sospecha de poco amor al Servicio!
¡Ay de quién se separe lo más mínimo de cuanto está escrito o de las disposiciones que yo dé!
¡Seré inexorable, y he de aplicar todo el rigor de la Ordenanza a los que caigan en mi desagrado!
Pueden ustedes retirarse.
1874
Señores jefes y oficiales:
El Gobierno de Su Majestad ha tenido a bien concederme el mando de este Regimiento, honrándome como yo tal vez no merezco.
Grande es el agradecimiento que debo a Su Majestad al nombrarme jefe de un regimiento que ostenta tan brillante historial.
Espero de todos ustedes el más exacto cumplimiento de todo cuanto al servicio se refiera, y sentiría en el alma tener que hacer insinuaciones ni tener que amonestar a nadie por faltas que no estoy dispuesto a tolerar.
Fuera del servicio, no vean en mi al Coronel; al fin y al cabo soy un oficial del Regimiento, y me honraré mucho con la amistad particular de cada uno de ustedes.
1894
Señores jefes y oficiales ….. mejor dicho, queridos compañeros, pues como tales he considerado siempre a los que vestimos el honroso uniforme del Ejército.
No hubiese aceptado el mando de este Regimiento a no contar con una brillante oficialidad que de ha de ayudarme a mantenerle a tan gran altura, más por compañerismo que por obligación, más por afecto personal que por otra cosa. No seré exigente; buen deseo y nada más.
Yo, a mi vez, suplico a ustedes no vean en mi más que a un amigo cariñoso, a un compañero siempre dispuesto a ayudarles en cuanto soliciten.
Aprovecho esta ocasión para ofrecerles mi pabellón, que pueden considerar como su propia casa.
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