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Las naciones no mejoran variando su forma de Gobierno, sino cambiando el modo de ser de sus ciudadanos. Apréndalo y téngalo presente quien lo ignore en España.

'Supla usted con su celo'

 

SUPLA USTED CON SU CELO

 


Es 1964. En la Editora Nacional don Rafael García Serrano, autor entre otros de LA FIEL INFANTERÍA, publicó su DICCIONARIO PARA UN MACUTO; donde hemos leído:

“CELO.

Más de un veterano de África diría: celo, igual a escasez o ausencia de elementos adecuados para realizar lo que el mando determina. En nuestro Ejército, por desgracia, ha sido bastante frecuente que las órdenes escritas llevasen esta coletilla conmovedora: ‘Supla usted con su reconocido celo la falta de material’ (…)”

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Es 1919. El coronel (retirado) don Pablo Parellada Molas publica su interensantísima novela episódica y humorística NOVELAS DE UN SIETEMESINO. Es protagonista el oficial de Infantería  Claudio Béjar; en campaña en la cubana región de Camagüey durante la Guerra de los Diez Años (1868 – 1878), anota en el capítulo XIX. EN SAN MIGUEL DE NUEVITAS de la primera parte:

“Llegó en esto un jefe de Ingenieros, íntimo amigo del Brigadier Escande. Me marché de la antesala, desde donde escuché, sin pretenderlo, algunos trozos de diálogo que hablaron a gritos. Decía Escande:

-Yo no he dado jamás un parte en falso no amañado, te lo juro, Paco, porque hasta los muertos hechos al enemigo los cuento por mí mismo. Y ahí tienes a XX.; ya lo tengo delante de mí. ¿Ves que lo han ascendido por la acción de K.? Pues a mí me consta, por dos de mis apóstoles, que no hubo tal acción ni tales carneros.

-¿Y XX. dio parte de esa acción?

-Con la mayor frescura. Y a ese nos lo hemos de ver ministro de la Guerra, con el tiempo. Un embustero, un farsante; hará carrera.

..........

-Sí; recibí orden de construiros unos cuarteles provisionales de madera. Contesté que no tenía madera ni clavazón, y me mandaron un oficio diciéndome lo de siempre: “Supla usted con su celo la falta de clavazón y de madera.”

-¿Supla usted con su celo?

-Es lo que contestan cuando estoy falto de elementos para construir cualquier cosa; lo mismo si se trata de una línea férrea que de una instalación telegráfica: “Supla usted con su celo.”

-Que es como si te contestaran: “sople usted con su c…”

Y en el capítulo XX. ENFERMO, padeciendo un fuerte paludismo e ingresado en un hospital provisional, el joven oficial cuenta entre delirios:

Se montó el hospital para los 300 enfermos existentes; mas como la ida y la vuelta en busca del maderamen llevó muchos días por lugares insalubres, los expedicionarios volvieron con el maderamen y con 200 enfermos más; y el problema de alojar debidamente a todos quedó sin resolver.

-¡Esto es un escándalo! ¡Esto es vergonzoso! -protestaba el médico.

Si la fiebre no me tuviera tan postrado, le hubiese contestado:

-Supla usted con su celo, hombre; supla usted con su celo.


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SUPLA USTED CON SU CELO…, frase inspirada seguramente en las Reales Ordenanzas de Carlos III; socorrida respuesta a peticionarios más o menos viciosos (más bien  menos que más), y famosa en el Ejército que batallaba en Ultramar en el siglo XIX, posteriormente en el XX en africanos territorios, luego en la Guerra Civil Española,  a continuación en la posguerra, y aún vigente en los ejércitos del siglo XXI.

Sí, lector; en aquel Ejército que nos precedió y no siempre suficientemente dotado se dieron con harta frecuencia ocasiones en que el defensor de alguna posición, desde el Coronel que mandaba un campamento general al cabo que mandaba las que defendían un humilde blocao, se vieron impelidos a solicitar del Mando, a veces de forma angustiosa, elementos vitales para la defensa, tales como víveres, agua, municiones o asistencia sanitaria.

Y ese Mando, a la sazón con el grado de general, pero que había sido antes Alférez y se había visto en parecidas o peores circunstancias (que dio tiempo el que así ocurriera lo que duró tan cruenta guerra), recibía, con la inquietud que es de suponer, las peticiones. Consultaba con sus respectivos asesores o Jefes de Servicios, y cuando éstos le contestaban en forma negativa, sólo Dios y ellos saben, cuando se carecía de esto o de lo otro, con cuanta pena ordenaba redactar y firmaba el consabido SUPLA USTED CON SU CELO…, con que era fatalmente inevitable contestar a la demanda de su subordinado.

Asimismo, sólo Dios y los que lo recibían supieron de la desolación que ello producía, sin que queramos decir que desolación se entienda por desánimo, pues bien sabido es que fue la defensa de los puestos en el Protectorado de Marruecos, hasta el último aliento, la que trajo como justa compensación a tanto heroísmo y a tanto sacrificio la deseada victoria, sucesiva pacificación y perfecta organización de aquellos territorios a España encomendados, pese al sinnúmero de influencias adversas, tanto dentro como fuera de nuestra Patria.

SUPLA USTED CON SU CELO…, frase destinada a hacerse célebre en aquella pléyade, y de la que -cómo no-  el fino humorismo español hizo a su costa varios chistes. Como el atribuido a un error de la transmisión heliográfica, donde la frase que motiva esta página se recibió con un “Sople usted con su culo”.

Suplirá con su celo las faltas o deficiencias que encontrare…”, dicen que decían las Ordenanzas, y bien cumplidamente llevó a cabo tal máxima un orden, no sólo el joven Teniente o Capitán que defendía una posición, sino el Ejército español en pleno, que estuvo varias décadas, bastantes, supliendo con su celo faltas y deficiencias pese a la arbitrariedad o el error del Mando, que bien pudieran denominarse caos, en que la política tuvo sumida a España.

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